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Olentzero y txubilar en Sangüesa-Zangotza

Varias son las teorías que intentan explicar el significado del Olentzero, pero parece evidente partir de la idea de que “pudo haber sido un símbolo solar que en la noche del solsticio de invierno entra en las casas y transmite sus poderes taumatúrgicos al tronco del fogón...”. Su nombre y etimología, origen y significado siguen constituyendo un enigma, pese a los estudios de los mejores etnólogos del país.

El “Olentzero es un símbolo multiforme que sintetiza la evolución del pensamiento religioso vasco compaginando elementos residuales del antiguo culto solsticial, con motivos de tradición cristiana... que encaja perfectamente, sin necesidad de extorsionar los datos, en los esquemas de la mitología universal, al tiempo que conserva los rasgos propios de la tradición vasca”.

Olentzero fue concebido y nació con diferencias de carácter y un común denominador: glotón, borrachín y mensajero. Resulta un personaje extraño. Su figura es grotesca y sublime su mensaje. Las viejas creencias nos hablan de un ser misterioso, montaraz y terrorífico en unas ocasiones.

Olentzero en Euskal Herria

Hasta mediados del pasado siglo XX, la presencia real y en los recuerdos del celebre personaje, el Olentzero, sus diferentes denominaciones y manifestaciones, se limitaba a unas comarcas de Euskal Herria: Al Este de la provincia de Guipúzcoa y algunos kilómetros de costa, hasta Zarauz, en Navarra al Noroeste, cuenca del Bidasoa, los valles de Larraun y Araquil.

José María Satrústegui dice que el Olentzero vegetaba sin pena ni gloria, desapercibido en los últimos reductos de nuestra montaña, cuando un remolino de corriente revitalizadora lo ha lanzado de su escondrijo al asfalto de todos los caminos. Lo cierto es que su figura se ha extendido por toda Navarra, como símbolo unificador.

Efectivamente, se produjo una ola revitalizadora del Olentzero en Euskal Herria, que se concretó: En las décadas de los 50 y 60, en Pamplona-Iruñea, con el papel determinante de la Juventud de San Antonio. En San Sebastián-Donosti, con la participación del grupo de danzas Goizaldi. En Vitoria-Gasteiz, con la colaboración de la Excursionista Manuel Iradier. Y la década de los 70, que supuso la fase más significativa por la cantidad, en el florecimiento del Olentzero en numerosos pueblos de Euskalherria.

Tronco de Navidad, Txubilar, Olentzero

El marco geográfico de celebración del Tronco de Navidad, Xubilar o Txubilar y demás denominaciones por las que se conoce en toda la geografía de Euskal Herria, traspasa sus propias fronteras, pues son conocidas costumbres similares en todo el Norte peninsular desde Galicia, Aragón, Cataluña, Baleares. Europa y Asia (Japón). Por ello, existen dos teorías: Para Aita Barandiaran, “las creencias y costumbres que están relacionadas con el Olentzero en Euskalherria, son restos de una antigua religión: para unos introducida aquí por influencia de pueblos indoeuropeos, para otros nacida y desarrollada aquí mismo, en Euskal Herria...”. Ahora bien, la diferenciación de lo pagano y lo cristiano tiene mucho que ver en el tema, sabido que antiguamente se celebraban grandes fiestas en honor al solsticio de invierno, que correspondía al llamado Eguzkiaren jaiotza o nacimiento del sol, que en el año 274, el emperador Aureliano estableció la fecha del 25 de diciembre para el “nacimiento del Sol”, estamos hablando del siglo III, y que a partir del siglo IV, la Iglesia celebra esa misma fecha el nacimiento de Jesús.

Escenificación del Txubilar en Sangüesa-Zangotza. Fogón casa de “Monrealico”

Escenificación del Txubilar en Sangüesa-Zangotza. Fogón casa de “Monrealico”. Diciembre, 1990.

¿La escenificación por medio de un personaje, un muñeco, el Olentzero, del culto a la vida, del comienzo del año, cristianizado con el carácter de embajador, de pregonero del nacimiento de Jesús, es una expresión propia de Euskal Herria? ¿Desde cuándo? ¿En otras latitudes se pueden dar otras realidades similares en su origen y en la forma?

Centrándonos primeramente en Euskal Herria, una de las costumbres más antiguas es la que se refiere al Tronco de Navidad. Este tronco polarizó, en la época de los fogones bajos, el fuego en estas fechas coincidentes con la Navidad. Al Olentzero se le relaciona con el Tronco de Navidad, al que llaman Olentzero-enborra, en Oiarzun; Onontzaro-mokor, en Larraun; Gauonsupila, en Urdiain; Xuhilau atseko egurra, en Valcarlos; Suklaro-egurra, en Salazar; Tronco de Dios, en Ulzurrun-Ollo...”. En los viejos fogones de nuestras cocinas había normalmente dos leños, denominado baztarreko (de la orilla) en Ulzama, Aezkoa, Arriasgoiti; Subillero, Sugilero, en los valles de Erro y Esteribar; Sukil, Sukubil, Txukubil, en los valles de Arce y Lizoain; Txubilar, Txukil Sukalero, Sukilero-egurra, en Salazar, Romanzado, Urraules; Xuhilau, Xuhilau asteko egurra, en Luzaide...”.

“En Oyarzun (Guipúzcoa), Anzuola (Guipúzcoa) y Abadiano (Bizcaya), en el fuego de este tronco, «enbor» suelen aderezar la cena,... En Salvatierra (Álava) le atribuyen la virtud de ahuyentar las tempestades. En Arratia (Bizcaya) y Ochandiano (Bizcaya) ponen al fuego dos leñas por sus extremos contrarios,... En Amorebieta (Bizcaya) créese que la comadreja no causará daño a los de casa, ni personas ni animales, si esta Noche de Navidad encienden el «enbor». Durante toda la noche no se dejará que se apague el fuego, porque de lo contrario moriría durante el año alguno de casa. En Bedia (Bizcaya) guardan un trozo del tronco o su ceniza, porque de esa suerte queda bendecida la casa. En Ibarruri (Bizcaya) la ceniza que se hace esta noche en el fogón suelen llevarla a los campos y heredades por San Esteban y la esparcen en forma de cruz... El tronco navideño, Gabon-enborra, de Bizcaya es un claro e indiscutible recuerdo de la renovación del fuego, así como también el «subil-aro» de los navarros, parecer ser que quiere significar la época de recoger el fuego”.

Veamos qué ocurre en Zangotza y su comarca, con este tema novedoso: En las localidades de la Valdonsella la TRONCADA es la denominación utilizada en los pueblos de su zona más alta: Longás; Lobera; Isuerre; Undués Pintano; y Pintano. Mientras que, en la zona más baja del valle y zona, se le conoce por TRONCO DE NAVIDAD: Navardún; Undués de Lerda; Urriés. En Petilla de Aragón y en general en la Valdonsella desconozco cuales son los datos que le llevaron a José María Jimeno, a decir que le denominaban “pullizo”, pues todas personas consultadas en dicho valle, definen a un “pullizo” como “un trozo de leña pequeño”, que por su tamaño difícilmente guarda relación con un hermoso tronco.

En general la TRONCADA consistía en poner en el fogón bajo dos troncos, entre treinta y cuarenta centímetros de diámetro, por un metro y medio de longitud, teniendo en cuenta las condiciones, dado que existían fogones con la chimenea adosada a la pared o rincón, y otros en el centro de la cocina. Duraba toda la noche y parte del día siguiente. Se consumía las tres cuartas partes y las cenizas se guardaban para curar las heridas a los animales, conservándose hasta el día de la Candelaria del siguiente año. También con parte del tronco no consumido, se encendían las hogueras de San Sebastián. En Pintano, la Troncada se hacía con uno o dos troncos grandes y se alimentaba el fuego con fajos de boj. En Undués-Pintano, se hacía con dos troncos, uno a cada lado, y se echaban pedazos pequeños para mantenerlo, duraba hasta el día siguiente y con las brasas se hacían migas para almorzar. En Lobera, duraban los troncos hasta dos días... En Navardún, echaban dos troncos grandes, dos “zocas” de los chaparros... En Gordún, el Tronco de Navidad lo elegía el padre... Por otra parte, en la Valdaibar, también se recuerda el Tronco de Navidad: En Aibar, “si, hacíamos lo del tronco, un tronco gordo, y las cenizas las revolvíamos con el nitrato y las echábamos al campo para abono...”. En la misma villa, “mi abuelo me contaba, como en “casa Sales” entraban el tronco con una pareja de bueyes...”. En Eslava, “con veinte años (1924) tiramos la cocina, el fogón estaba en medio y hacían el tronco”,..., “bien de fuego, para calentar los pañales del niño, decíamos...”, igualmente, “tengo oído que hacían lo del tronco, y cada miembro de la familia echaba una leña...”. En Leache, “en mi casa, cuando tenía ocho o nueve años (1927 ó 1928), se hacía el Tronco de Navidad, y duraba dos e incluso tres días...”. En Sada, “hacíamos el Tronco de Navidad y se decía, que estaba la Virgen calentando los pañales del niño Jesús...”. En otra zona, al norte y proximidades de Sangüesa, en la vecina Liédena, “me acuerdo del Tronco de Navidad, pues mi padre cogía el tronco más grande, porque tenía que durar hasta Reyes...”. En Tiermas, “cuando mi padre hacía leña, reservaba un tronco de chaparro, de esos huecos pero que había tenido un enjambre, que ardían muy bien, para el Tronco de Navidad...”.

La mayoría de las personas consultadas en Sangüesa recuerdan el Tronco de Navidad que debía ser lo más grande posible para durar hasta Reyes. No obstante, tan importante como constatar el hecho de que la arcaica costumbre se ha venido realizando en Sangüesa hasta que las cocinas económicas remplazaron a los fogones bajos, es recoger el dato de que al menos en una familia, la cual lo ha venido haciendo hasta hace cincuenta años, llamándolo XUBILAR, “que lo guardaban todo el año para curar enfermedades de los animales y para proteger la casa de las tormentas”. Que otra familia lo llamaba CHUBILAR, y “cuando quedaba poco se guardaba en el sabayau, que en tormentas se ponía al fuego y parada ésta, se quitaba, y como cada año se ponía uno, se juntaban varios...”. En “casa Galilea, se encendía el tronco por el medio, y en la medida que se iba consumiendo, a veces casi se apagaba, se iban acercando los dos trozos hasta que se consumía, duraba todas las Navidades. En la Magdalena, “se ha venido haciendo el Tronco de Navidad hasta hace cuarenta años (1950), dejándolo bajo teja para proteger la casa, los animales...”. Con las cenizas, no recuerdo exactamente, si con las cenizas del Tronco de Navidad, lo que si se hacía en el corral, se cubrían los chorizos, que envueltos en papel se guardaban para su conservación...”.

El nacimiento o recuperación del Olentzero en Sangüesa-Zangotza

Primer Olentzero de Sangüesa. 24 de diciembre de 1971

Primer Olentzero de Sangüesa. 24 de diciembre de 1971.

Transcurría noviembre y diciembre de 1971 cuando el Grupo de Scouts de Sangüesa decidió se celebrara el Olentzero. Su puesta en práctica no fue fácil debido a la época que se vivía... Puestos manos a la obra fue necesario hacer el Olentzero, el muñeco en sí. Ataviado con abarcas, pantalón mahón, faja roja, camisa blanca, blusón negro de la cuadrilla “El Cierzo”, todo ello bien relleno de paja de cualquier término del secano sangüesino, sentado en vieja silla de madera y adornando su respaldo con ramas de laurel del huerto de “la Salvadorica”, y en andas de madera forrada con manta de Papelera, se dispuso para ser paseado por la rua Mayor y demás calles, el Olentzero zangotzarra.

Formaban parte de la comitiva los faroles, el Olentzero a hombros de cuatro mozos, el belén viviente, un grupo de acordeones, otro de txistularis, una pancarta que decía “Felicidades-Zorionak”, dantzaris... La prensa del momento, el 22 de diciembre de 1971, recogía cómo “trece localidades navarras celebraban este años las fiestas del Olentzero”. Quinientos carteles anuncian el paseo del carbonero lesacarra... Afortunadamente para nuestro folklore y nuestro costumbrismo la fiesta se va extendiendo por Navarra ganando lugares posiblemente perdidos. En Sangüesa-Zangotza el Olentzero se fue celebrando año tras año.

Una hipótesis

La relación Olentzero-Tronco de navidad o Txubilar parece evidente. Solsticio de invierno, sol, fuego, nacimiento de un nuevo ciclo-año, vida y muerte, manifestaciones paganas, su cristianización. Ahora bien ¿es un atrevimiento plantear hoy la siguiente hipótesis? ¿Puede tener alguna conexión el retroceso histórico de la lengua, del euskara, por sus cuatro puntos cardinales menos por el mar, con las expresiones costumbristas, culturales, como ejemplo, la que tenemos entre manos, el Olentzero? La regresión siglo a siglo del euskara se sitúa en su último “círculo” o espacio, en el pasado siglo XX, por regla general, en la zona de pervivencia de la muestra práctica del Olentzero con sus variantes. Fuera de ese espacio donde conviven lengua y costumbre, con las matizaciones y excepciones de rigor, existe otro anillo, mixto diríamos, donde la lengua permanece en la toponimia, y donde desde la óptica de la costumbre, el Olentzero queda en el recuerdo de las personas mayores, como de un hombre con muchos ojos, por ejemplo, en Iruñea-Pamplona con los pueblos de su cuenca, en Vitoria-Gasteiz y pueblos de alrededor.

Resumen del artículo “El Olentzero y txubilar en Sangüesa-Zangotza ”, publicado recientemente en la revista Zangotzarra, del Grupo Cultural Enrique II de Albret de Sangüesa, Navarra, n.º 12. Diciembre 2008. pp. 196-227. Donde se puede conocer el texto íntegro, la bibliografía y notas pie de página.

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